LA HIGUERA, Bolivia



1 de Marzo 2011

y aquí estoy, en La Higuera, el pequeño caserío donde hace 43 años, un soldadito que no sabía lo que mataba, disparaba sobre Ernesto Guevara de la Serna, el Ché.

Después de 2 meses de trabajo voluntario en la intensa ciudad de Potosí, salí la mañana del domingo sin mapa en la mano y con el corazón lleno de cariño y gratitud. Ya eran parte esencial de mi equipaje espiritual los hermanos de La Colmena, las compañeras de Contexto, lxs Socixs cómplices de Apsisobol, las amigas de Trabajo Social, los rostros y manos de la Aldea SOS.

Tomar una movilidad que me llevara a Sucre y de ahí continuar la búsqueda del camino para llegar a La Higuera. Ya había estado haciendo averiguaciones por los buses, lugares y horarios que me permitieran acceder a ese caserío en medio de las montañas bolivianas, pero sin lograr encontrar ninguna coordenada precisa.

Sin datos ni mapa llegué a la Ciudad Blanca, y en la terminal de buses seguí en mi búsqueda. A las 5 de la tarde, ya estaba arriba de una micro-bus rumbo a Santa Cruz y con la única indicación de que en 10 horas de viaje, me tenía que bajar en un cruce de carretera llamado Mataral.

Por las intensas lluvias y derrumbes en el camino, la carretera Cochabamba-Santa Cruz estaba cerrada. La carretera Sucre-Santa Cruz, también. Don Carlos, el chofer de la micro-bus, conocedor de su oficio, tomó el camino viejo: tierra, lodo, y a ratitos, asfalto.

No fueron 10, fueron 12 horas de un viaje con sobresaltos, mucho bamboleo y de paradas técnicas para que la concurrencia bajara en masa a orinar. A las 6.30 de la mañana, yacía yo en el cuasi desolado cruce de Mataral, sin ubicación espacial en mi cabeza y sin certeza de si estaba en el lugar correcto.

Después de casi dos horas de espera logré subirme a una vagoneta, que en dirección ascendente, me llevó a Valle Grande, una ciudad intermedia de la cual se dice se festejan buenos carnavales, de que los más viejos tienen altares de un hombre barbudo con boina al cual prenden velas, y de la cual (digo yo) venden las mejores empanadas salteñas de toda Bolivia, y chance, hasta de la misma Salta.

Ya en Valle Grande empecé a deambular por sus calles, cuan loco de pueblo, preguntando a diestra y siniestra: “¿Por aquí se va a La Higuera?… ¿La misma Higuera donde mataron al Ché?... ¿Y dónde se coge alguna movilidad para llegar allá?”.

Entre que yo hablé y entre que me hablaron, casi sin darme ni cuenta, estaba arriba de un taxi colectivo que se dirigía a mi lugar de destino. Entre curvas, ascensos y acantilados, nos fuimos internando en las montañas, haciendo a un lado las nubes.

El angosto camino no sólo era culebrero, sino que además, con mucho fango por las torrenciales lluvias de la víspera y en algunos sectores en franco peligro de hundimiento. Tras 2 horas y media de una senda diseñada por la imaginación de Indiana Jones, en medio de un paisaje panorámico impresionante y una vegetación alucinada, llegamos a La Higuera.

15 casas, 20 familias, 1 escuela donde estudian 20 niños pequeños, 2 médicos internacionalistas cubanos, 1 calle de tierra y una casita de adobe de 2x3 donde hace más de cuatro décadas un hombre salió por su puerta a la eternidad.

POTOSÍ, Bolivia

Potosí es una de las tres ciudades más altas del mundo, enclavado en el corredor andino boliviano y ubicado a 4.060 msnm, donde para el recién llegado respirar es una epopeya homérica. Tiene la extraña cualidad que en el mismo momento hace calor y frío cuando está soleado, y solamente frío todo el resto del tiempo. Para un mortal como yo, con los propioceptores acostumbrados a la benevolencia del clima caribeño, es un tremendo desafío la altitud y la frialdad.


A casi un mes de haber llegado, aún me sorprendo con una dificultosa respiración de asmático y casi siempre ando blindado con una parka deliciosa que generosamente me prestó la compañera y amiga Teresa Subieta en La Paz.


El aire tiene una pureza que se podría masticar. Un cielo imponente lo inunda casi todo y los cerros de colores completan casi la otra parte del todo. Y entre cielo y tierra: la creación humana andina. Rostros profundos curtidos por el sol; miradas oblicuas que a ratos miran como pidiendo permiso o disculpas; mujeres con sus polleras y aguayos en las espaldas donde llevan sus guaguas o sempiternas cargas variadas; niños de cachetes colorados y ojitos juguetones; hombres con pies desnudos en guaraches de caucho; mujeres de tiernos sombreros variados y siempre dos largas trenzas negras; conversaciones en quechua por doquier; jóvenes de rostros indígenas y pelo chuzo con rayitos pintados de rubio; indígenas ancianas pidiendo monedas en la calle; muchas parejas casándose en las iglesias los días sábados; mujeres por todas partes cargando bolsos-bolsitos-bolsones; rostros de humildad o de rabia contenida o de ambas; hombres con chuyos y dientes negros por el mastique de la coca.


Y en medio del paisaje y la geografía humana, en una ubicación equidistante de todo y de todos, aparece imponente y cansado, el señorial Cerro Rico.


Dice Eduardo Galeano en las ‘Venas Abiertas de América Latina’, que con toda la riqueza que saquearon los españoles de las minas del imponente Cerro Rico, se podría construir un gigantesco puente de plata desde Potosí, atravesando todo el Atlántico, hasta el mismísimo palacio real de Madrid. Isaak Kukoc, un amigo potosino, agrega: “y otro puente de ida y vuelta con los huesos de los indios que explotaron para sacar la plata”.


Giuseppe De Marzo en su excelente libro ‘Buen Vivir: para una democracia de la Tierra’, nos brinda sus argumentos al respecto: “En las montañas a espaldas de la ciudad de Potosí perdieron la vida al menos siete millones de indígenas, obligados a excavar y recoger el oro y la plata necesarios en los países europeos para dar vida al proceso de acumulación originaria del capital de donde nació el capitalismo moderno”. Claro en esa otra globalización, la que se inició en el siglo XV, la de la invasión europea a Nuestra América, podemos identificar el tiempo y espacio del génesis acumulativo para el auge de un sistema que hoy tiene expresión en esa patología económica-política-ideológica-cultural que tiene al planeta y a la especie al borde de la destrucción: el neoliberalismo.


El saqueo y genocidio de los bárbaros conquistadores cosecharon riquezas y sangre por toda Nuestra América, pero sobre todo fue Potosí, uno de los puntos de mayor ensañamiento que rindió suculentos tributos a la codicia “civilizadora”. La opulencia y refinación que ha gozado en estos últimos siglos el ‘viejo mundo’ están paradas sobre el dolor y la pobreza de Potosí.


Sin duda, esta ciudad y su gente son un símbolo de la historia y los pueblos de nuestro continente mestizo, en donde después de más de 519 años sigue asumiendo los retos de la descolonización.


En eso están. En eso estamos.

LAS PIEDRAS



21 Marzo 2011


Las piedras hablan. Es cosa de tocarlas y te hablan. Al igual que con las comunidades, hay que entrar en ellas descalzos y en silencio… para aprender.


Son las hermanas viejas, las que siempre estuvieron y las que nos sostienen para no caernos para arriba. A nosotros, animales transitorios, nos acompañan incluso desde antes de que se inaugurara la burbuja azul que tenemos por casa.

Hace 12 años que convivo con una piedra, ni me pertenece ni le pertenezco, simplemente nos hemos elegido mutuamente para caminar juntos. Al igual que yo tiene su temperamento, deseos y relaciones. Ella venía hace rato dándole vuelta a las ganas y de repente se decidió a visitar al Inti Watana (su hermana grande) y a otras parientas andinas, y generosamente me invito. Si has tenido la dicha de compartir espacio-tiempo con dos piedras mayores, coincidirás conmigo que es una fiesta de la energía y de la luz.

Las piedras hablan… y si eres tocado por la gracia de la fortuna, las puedes escucharlas cantar.

TEC: Santa Cruz, Bolivia 2011


Fue re encontrarse con lxs queridxs amigxs de Santa Cruz, fue conocer a otrxs muchxs, fue impregnarse la magia de la CASA MÁGICA, fue vivir la grupalidad desde la diversidad, fue permitirnos la libertad de la creatividad... todo esto ocurrió en Santa Cruz de la Sierra, el 11 y 12 de marzo de 2011... un colectivo que desde la heterogeneidad y desde las diferencias, nos reconocimos desde las similitudes y nos permitimos fluir para constatar (una vez más) la trascendencia del Encuentro...
Gracias Inés, Chechi, Magi, Mariana, Oscar, Verónica, Sutilerxs todxs, y a cada unx de los que participamos de esta fiesta de la creación colectiva... Gracias Casa Mágica por posibilitar la Magia