QUERIDO BENEDETTI

La primera vez que supe de su existencia era un adolescente… era una población de Pudahuel en los feroces días de la dictadura de Pinochet, eran los inicios de los ochentas en Chile… complicidades, peñas y barricadas, con su voz decía y me decía “soy un caso perdido”… luego vinieron otras delicadezas y “la casa y el ladrillo” fue una buena compañía en tiempos de dolorosa soledad, y no para aliviarla pero si para acomodármela en parte… algo es algo ¿no cree?... luego el sol y “mulatas en todos los puntos cardinales” y los hermosos e imborrables festejos de los 30 años de la Casa de las Américas del año 89, en donde Fidel y el pueblo de Cuba lo condecoró con la medalla Haydeé Santamaría, y guardo como un tesoro de esa celebración aquella tarde en que partí para la Casa a deleitarme con una conferencia con un panel de lujo: Eduardo Galeano, Darcy Ribeiro, Guayasamín, Adoum y Dragún… llegué atrasado a Tercera y G en El Vedado y corriendo entre los murales de Matta subí las escaleras hasta la sala Ché Guevara… la conferencia recién había comenzado… en la penumbra de la sala busqué una silla vacía, y no hacía más que sentarme cuando un señor mayor, de bigotes espesos y aspecto bonachón me tocaba el hombro y me preguntaba si la silla de al lado estaba desocupada para sentarse… con cierto desdén dije si con la cabeza y cuando de reojo mire para el lado y vi que ese señor mayor  era usted y lo vi sentarse a mi lado con su camisa blanca arremangada, empecé a levitar… de Darcy Ribeiro me acuerdo sólo de su luminosa simpatía, de Galeano de su chaqueta de cuero negra, de los otros conferencistas no he retenido imagen… de lo que no me puedo olvidar es que estuvimos los dos sentados juntos escuchándolos en  un diálogo antológico… y claro a la mitad de todo saqué de mi morral “inventario” que por esos tiempos no me lo sacaba ni para dormir y con pudor más que con vergüenza le pedí que me lo autografiara… no sabe como le agradezco también esas palabras que dejó en mi libro: “para Mario con afecto de su tocayo”…

 

Ya se que debe encontrar groseros todos estos homenajes, pero considere nuestra condición… sólo déjeme decirle alguito más… vivo en Alamar, en la Zona 7, a cuatro cuadras del edificio 12 plantas donde usted vivió y ya hace rato con algunos socios habaneros estábamos pensando resaltar su presencia como un vecino de la República Independiente de Alamar… así que ya está advertido, para que no lo sorprendan los tambores, las acciones poéticas y el buen pasito de conga…

 

Nuestra enorme gratitud por la presencia… por mi parte sólo decirle: “para Mario con afecto de su tocayo”